jueves, 30 de agosto de 2012

GRANADA


(Del poemario "Tres para septiembre", que podéis encontrar completo en un enlace lateral)

I

Porque pude aplazarte y no lo hice
me encontraste desnudo.

No conocí tus pliegos más oscuros
ni el laberinto azul de todas tus mañanas
superando a la noche como sombras,
pero me reconozco en tus aceras.

Te busqué con la inercia del que huye
del pago de una deuda
y encuentra su refugio
en la mirada anónima de los puntos del mapa.
Quise encontrarte ausente
y no mirar tan pronto
a tus ojos acuosos en el río Genil:
no sé decirle adiós a una mirada.

Pero encontré la piedra de tus noches
encadenada al fondo
del frío amanecer de las promesas.


 II
  
Si te quito la ropa
serán un mapa abierto
los rincones oscuros de tu cuerpo.
Guardas con avaricia un mundo entre las manos
como un tesoro virgen,
pero puedo asomarme a tus abismos
y provocar al día con mis dedos,
un húmedo temblor
entregando mi cuerpo como en un sacrificio.

Vamos a proponernos
que igual que pierde el hielo de los vasos
su fría compostura frente al whisky
con el último trago ya no tenga sentido
la puerta de tus piernas
                                       cerrada
ni la prudencia tibia de mi ropa.

Lo negaré mañana
y se te habrá olvidado y
                                        mientras tanto
una mesilla y un despertador
y el frío como un huésped
tendido en un sillón junto a la ropa.

  
III

Cada puesta de sol
tiene su biografía,
su desgarro de púrpuras
o la luna asomándose a unos labios.

Antes de irse
                        el día
derrama sus promesas
como en un movimiento de caderas
hay una profecía.

Los amantes que beben
sus labios junto al mar
sufrirán su resaca de salitre.
El hombre que lee solo
dibujará su bosque de preguntas;
y el niño que en verano
se pierde en un paréntesis de dudas
mirará los naranjas recordando
un rostro en el desorden de pupitres
que dejó en la ciudad
y escribirá su nombre junto al río.

Cada puesta de sol es una herida
abierta al horizonte
que sangra su nostalgia de violetas.

En cada anochecer
promete un Sol distinto su regreso
igual que tus caderas
sacudiendo la calle hasta perderse
al doblar una esquina en la calle Ruiseñor
me prometen volver.

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