sábado, 26 de enero de 2013

La memoria incómoda: los Abogados de Atocha


Hay que decir sus nombres muy despaciosamente, porque al nombrarlos ponemos armonía en el universo. Miguel Sarabia

Es el perpetuo vaivén entre el olvido y la memoria, raíles de nuestra trama cotidiana. Alejandro Ruiz-Huertas Carbonell


Muy despaciosamente hay que nombraros.

Muy despaciosamente
para llenar de orden la magnitud de Enero,
como quien reconoce en las palabras
la contención civil de la barbarie.

Muy despaciosamente
exponerse al talud de la memoria,
a la hostil intemperie del recuerdo,
acorralar los años del silencio
con la luz de sus nombres,
empujarlos con una mano amiga
muy despaciosamente.

Muy despaciosamente hay que nombraros:
Luis Javier, Serafín,
Javier Sauquillo, Enrique,
Ángel y también Lola,
Miguel, Luis y Alejandro;
porque sólo así el mundo
adquiere su armonía:
muy despaciosamente.

domingo, 20 de enero de 2013


Junté todas las horas en un vaso-
tú querías beberte la vida a borbotones-.
Se apoyaron los labios hasta agotar sus límites
y han quedado los márgenes
secos, como un apunte
que recuerda que el tiempo del amor
en un trago no cabe,
que es un fluido amargo si no se bebe a sorbos.

sábado, 19 de enero de 2013


Salimos a la tarde para reconocernos.
Recuerdo que trazamos los renglones precisos,
retratamos al día como un espejo sucio.

Tímidamente se hizo la noche entre las manos.

Como un animal solo, abandonado,
el frío.

sábado, 5 de enero de 2013


Ocupas el espacio de la tarde,
lo retuerces como una mano herida.

¿Te quedarás?

Cuando la noche caiga como un párpado
sobre la luz cansada de la alcoba
aspirarás el aire igual que un soplo,
cruzarás el umbral hasta perderte.

La habitación, entonces,
girará en el desorden que dejas en las sábanas.

miércoles, 2 de enero de 2013

Gente de bien


Uno debe pagar lo que se debe. Me dicen
que la gente de bien paga sus deudas.

Mirar desde este lado y ver, no obstante,
que el saco roto del dinero pierde
su inocencia en las manos
de la gente de bien mientras me dicen
hay que pagar,
la gente de bien paga
sus deudas,
y no ver más que el mantra que sujeta
la cruda realidad de mi desahucio.