jueves, 26 de diciembre de 2013

Tiempo y memoria (tercetos encadenados)


Cincel de la memoria en el que riñen
la forma y su valor, los predicados
son infieles al muro en que se escriben

y el sujeto somete su pasado-
domicilio fiscal de la memoria-
a un relato en su tiempo encadenado.

¿Pueden los signos alumbrar la historia?
¿O son sólo el reflejo en que se expresan
mutadas, revestidas de luz propia,

intimas voluntades? Con reserva
el pasado se filtra y su contorno
se desdibuja al tiempo que se muestra.


miércoles, 25 de diciembre de 2013

Minifalda (Octava real)

Apenas eres realidad tangible.
Sugieres lo que escondes, lo sometes
al cerco anulador de lo visible.
Como eres casi nada, te prometes
con ciegos argumentos imposibles:
lo que la piel esconde, sus grilletes,
la vida que se anuncia imaginada,
del alma libre, al cuerpo encadenada.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Le pusimos un precio a las palabras
para no decir nunca soledad.
Medimos las distancias en los mapas:
centímetros que nunca son el mundo,
que no muerden la noche como el hambre
de los husos horarios.

Le pusimos un precio para no decir nunca
soledad del pasillo sin tu sombra,
tardes de primavera sin tu ropa tendida,
veranos sin tu cuerpo
tumbado sobre el tiempo de la tarde.

Pasan lentos los días laborables,
consumen el otoño
con su ropa caduca.

A cuestas de este jueves está el mundo.
Voy a salir despacio hasta ser viernes.

Y digo soledad y, su cadencia-
brújula de tus labios- me describe
el escenario ausente de tu boca
donde siempre es Diciembre y siempre es lunes.

martes, 17 de diciembre de 2013

Los ojos de la esfinge

No le falta razón a quien dibuja
el tiempo como ruinas.
Una meditación que el deterioro
de este pobre envoltorio que nos cubre-
que de algún modo somos-
concluye con la ruina de la carne.

Sin embargo no es cierto.
Las ruinas quedan tras la desbandada
de todos los turistas.

domingo, 8 de diciembre de 2013

No vengas con la paz indiferente.
Por cruzar el umbral dame la vida.

No quieras el silencio de la tregua;
pídeme el ruido armado de la sangre.

Si desclavas la espina
a la paz seguirán las horas muertas,
ese silencio huérfano de la casa vacía,
de domingos de claustro. Porque hay tiempos
que no tienen sentido sin dos cuerpos que se aman,
y conflictos armados sobre una piel en guerra,
y un cuerpo prisionero y... tus caderas...

... y esta racha de amor sin apetito.
                             Joaquín Sabina


Tú fotografiabas
las ruinas del amor.

Yo consultaba un mapa a la deriva.

Los extranjeros no habitan las calles,
las reconocen sólo en la medida
de su diseño. El ruido de los pasos
nos perdió en la ciudad descolorida.

Y fueron las palabras prólogo de la carne;
esgrimimos la piel como un trofeo
dejando el corazón junto a la ropa.

Después dormimos solos bajo las mismas sábanas
y el día se coló como un intruso.