sábado, 21 de diciembre de 2013

Le pusimos un precio a las palabras
para no decir nunca soledad.
Medimos las distancias en los mapas:
centímetros que nunca son el mundo,
que no muerden la noche como el hambre
de los husos horarios.

Le pusimos un precio para no decir nunca
soledad del pasillo sin tu sombra,
tardes de primavera sin tu ropa tendida,
veranos sin tu cuerpo
tumbado sobre el tiempo de la tarde.

Pasan lentos los días laborables,
consumen el otoño
con su ropa caduca.

A cuestas de este jueves está el mundo.
Voy a salir despacio hasta ser viernes.

Y digo soledad y, su cadencia-
brújula de tus labios- me describe
el escenario ausente de tu boca
donde siempre es Diciembre y siempre es lunes.

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