domingo, 8 de diciembre de 2013

No vengas con la paz indiferente.
Por cruzar el umbral dame la vida.

No quieras el silencio de la tregua;
pídeme el ruido armado de la sangre.

Si desclavas la espina
a la paz seguirán las horas muertas,
ese silencio huérfano de la casa vacía,
de domingos de claustro. Porque hay tiempos
que no tienen sentido sin dos cuerpos que se aman,
y conflictos armados sobre una piel en guerra,
y un cuerpo prisionero y... tus caderas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario