Por cruzar el umbral dame la vida.
No quieras el silencio de la tregua;
pídeme el ruido armado de la sangre.
Si desclavas la espina
a la paz seguirán las horas muertas,
ese silencio huérfano de la casa vacía,
de domingos de claustro. Porque hay tiempos
que no tienen sentido sin dos cuerpos que se aman,
y conflictos armados sobre una piel en guerra,
y un cuerpo prisionero y... tus caderas...
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