distinto. En las señales
dejan retales de distintas prendas.
Se retan con los ojos del silencio
y cada insinuación es estratégica.
Han cifrado el idioma de las manos.
No traducen la piel como un hallazgo.
Y en cada avance terco del orgullo
van pasando los días sin remedio,
abriéndose la herida de la desconfianza.
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